top of page

El duelo: razón y fe

Capítulo 5

Las familias son la parte más importante de un servicio funerario, hay que trabajar para los vivos. El fallecido no es consciente del proceso, son las personas más cercanas quienes se quedan y sufren la pérdida. Por esto es primordial la atención personalizada y saber gestionar los sentimientos tan intensos como variados que pueden surgir en una situación tan límite.

Un pilar fundamental para el cementerio es su gabinete de psicólogos, encabezado por José Luis Cortés Barbero. En sus 30 años de experiencia como especialista en el duelo ha pasado por situaciones desagradables al tratar con las familias de los fallecidos, aunque nota que cada vez la gente comprende mejor su labor: “Hemos pasado del usted se cree que yo estoy loco o cómo no me voy a pegar cabezazos contra la pared si se ha muerto mi hijo a que hay gente que llega y lo primero que hace es preguntar si hay algún psicólogo que pueda atenderles. Hemos notado esa tendencia desde hace unos dos o tres años para acá”.

José Luis Cortés Barbero, jefe del gabinete de psicología de Parcemasa

Cada mañana, al llegar a la oficina, comprueba el número y la causa de los fallecimientos de los difuntos que han llegado, y junto a su equipo valora la necesidad de atención psicológica. Antes se dedicaba a la docencia, pero no comenzó a ejercer en el cementerio por vocación, sino simplemente por el hecho de tener un trabajo.

Tienen que estar siempre atentos a quienes llegan al tanatorio y a sus necesidades particulares, porque cada caso es distinto. Por eso hacen visitas periódicas a las salas para atender, orientar y ayudar si la situación lo requiere. Su trabajo, un servicio público y gratuito, no cesa, y están disponibles durante toda la jornada: mañanas, tardes, noches y fines de semana. “Hay muchas situaciones diferentes. Por ejemplo, hoy había un difunto de edad alta y con una red social de apoyo muy fuerte, por lo que en principio no detectamos la necesidad de nuestros servicios. Sin embargo, se ha producido una situación de ansiedad por un problema sobre la incertidumbre de que no sabían si venía el cura o si no y si iban a tener finalmente a alguien que diera la misa. Entonces sí se ha requerido nuestra intervención. Y esto no ha sido una gestión psicológica, sino de apoyo y orientación, que también tenemos que dar para que el nivel de ansiedad baje”.

Y no es un servicio que solo se ofrezca en el momento en el que la familia está en el recinto, sino que el gabinete dispone de una base de datos que les permite hacer un seguimiento después de que se marchen si fuese necesario, que en ese caso tienen la posibilidad de acudir a consultas los días posteriores de forma totalmente gratuita.

Fernando Bar Quitáns también se encarga de acompañar a las familias en la fase de duelo para que el proceso sea lo menos doloroso posible, pero de una manera muy diferente a la de José Luis. Nando, como lo llaman los feligreses de su parroquia de Santa María Goretti en el barrio Tiro de Pichón, siempre habla con las familias los momentos previos y posteriores a la misa para poder ayudarles a digerir mejor la situación, algo para lo que cree que la celebración de la Eucaristía es primordial: “La eucaristía es una acción de gracias en la que damos las gracias por la vida de la persona con sus luces y sus sombras y lo encomendamos a Dios. Los cristianos creemos que Dios nos acoge y nos salva, es un Dios de vida. Entonces celebramos la vida de esa persona y la vida que le espera más allá, la que nosotros creemos que está después de la muerte”.

Fernando "Nando" Bar Quitáns, sacerdote de la Parroquia Santa María Goretti en el barrio de Tiro de Pichón

Con tan solo 38 años, lleva a sus espaldas un amplio recorrido eclesiástico y de formación teológica. Nació en A Coruña y allí se unió a los Pasionistas en 1999. Con ellos se formó durante cinco años en Vitoria y otro más en Zaragoza. Después de terminar la teología, ejerció durante un año en Irún, siete en Bilbao, otro en Zaragoza y llegó a Málaga, donde ya lleva dos.

Precisamente por su origen gallego le apena la situación que está aconteciendo en la sociedad, en la que la muerte es algo de lo que no hay que hablar, algo oscuro y atraído por la mala suerte. “Sobre todo ocultamos el hecho de la muerte a los niños, el sentido de la muerte, y yo creo que no hacemos bien. Las personas nacen, viven, unos mueren antes y otros después, y ocultar esa parte no nos hace bien”, lamenta Fernando.

Interiorizar algo tan natural como el ciclo de la vida parece ser la clave para acabar con los tabúes, lo que a su vez ayudaría a enfrentar la pérdida de alguien cercano. Pero aún queda un largo camino por delante.

¿Hay alternativas a la tradición?

bottom of page